Muchas cámaras digitales tienen una pantalla LCD, por lo que puedes ver tu fotografía en el momento. Esta es una de las grandes ventajas de una cámara digital – tienes un muestra en el momento de la imagen que has capturado. Por supuesto, ver la imagen en tu cámara perdería su encanto si eso fuera lo único que pudieras hacer. Necesitas ser capaz de cargar la película en tu ordenador o enviarla directamente a una impresora. Hay varias maneras de hacer esto.
Algunas generaciones más tempranas de cámaras digitales tenían un almacenamiento fijo en su interior. Se necesitaba conectar la cámara directamente a un ordenador con cables para transferir las imágenes. Aunque hoy en día, la mayoría de las cámaras son capaces de conectarse por medio de puertos series y paralelos, SCSI, USB o Firewire, usualmente también usan algún tipo de dispositivo de almacenamiento extraíble.
Las cámaras digitales usan un número de sistemas de almacenamiento. Son algo parecido a películas digitales reutilizables, y usan una especie de lector de tarjetas para transferir los datos al ordenador. Muchas son memorias flash fijas o extraíbles. Algunos fabricantes de cámaras digitales suelen desarrollar sus propios dispositivos de memoria flash en propiedad, incluyendo tarjetas SmartMedia, CompactFlash, etc. Otros dispositivos de almacenamiento extraíbles son:
- Discos duros
- CDs y DVDs de lectura/escritura
- Los disquetes
No importa que tipo de almacenamiento usen las cámaras digitales, todas necesitan bastante espacio para guardar las fotos. Normalmente almacenan las imágenes en uno de estos dos formatos, que son TIFF, el cual está descomprimido, y JPEG, que está comprimido, aunque algunas cámaras pueden utilizar el formato RAW. Muchas de las cámaras que usan el formato de fichero JPEG, ofrecen configuraciones de calidad, como pueden ser medias y altas.
Para aprovechar completamente el espacio de almacenamiento, casi todas las cámaras digitales usan la misma clase de compresión para disminuir el tamaño de los ficheros. Dos funciones de las imágenes digitales hacen esta compresión posible. Una es la repetición y la otra es irrelevancia.
Imagínate que en una foto, algunos esquemas son desarrollados en los colores. Por ejemplo, si un cielo azul coge un treinta por ciento de la fotografía, puedes estar seguro que algunas sombras azuladas van a ser repetidas una y otra vez.
Cuando las rutinas de compresión se aprovechan de esquemas que se repiten, no hay pérdida de información y la imagen puede ser reconstruida exactamente como fue grabada. Desafortunadamente, esto no reduce los archivos mucho más que el 50 por ciento, y algunas veces ni se acerca a ese promedio.
La irrelevancia tiene en su origen algo más engañoso. Una cámara digital graba más información de la que el ojo humano puede fácilmente detectar. Algunas rutinas de compresión se benefician de este factor para descartar algunas de las porciones de datos más irrelevantes.