Posiblemente seas una de esas personas que pasea por la calle con unos auriculares puestos escuchando música, y puede que te gusta la música alta. Cuando te pones los auriculares y subes el volumen a tope, estás alcanzando niveles de sonido que puede llegar hasta los 120 decibelios – un nivel que se pueden comparar a la intensidad del motor de un avión.
Esta forma de escuchar música puede pasarnos factura. Ya hay estudios que muestran que hay una significativa pérdida de sonido con el paso de los años si se ponen estos auriculares demasiado altos. Pero si te preocupa que no puedas escuchar a tu grupo favorito mientras andas o corres por el parque, no tienes motivo. ¿Qué pensarías si hubiera una manera de escuchar tu música sin ponerte nada en los oídos? Lo cierto es que se puede hacer, aunque el método te puede sonar extraño.
Todo lo que necesitas es un dispositivo compuesto de un auricular conductor de sonido de huesos, el cual está diseñado para transmitir sonido directamente a la parte más interna de nuestros oídos que envía impulsos nerviosos al cerebro – incluso saltándose parte del oído. Para entender como funciona esta tecnología, primero hay que entender como oímos los sonidos, lo cual hacemos de dos maneras: El sonido se introduce por el oído externo, pasa por el tambor auditivo y a la cóclea.

El sonido viaja en ondas por el aire. Generalmente, estas ondas de sonidos pasan por varias estructuras en el oído antes de ser traducidas y transmitidas por los sistemas nerviosos al cerebro.
o primero que pasa es que las ondas entran en el oído externo, que es una parte de cartílago flexible que ayuda a enfocar el sonido. Desde ahí, el sonido llega al oído medio que está lleno de aire, el cual incluye el canal auditivo y el tambor auditivo, y un tejido que vibra cuando es expuesto a la energía de las ondas de sonido. Al otro lado del tambor auditivo hay tres pequeños huesos llamados huesecillos. Lo que hacen es transmitir la vibración a la cóclea, una estructura llena de líquido que coge estas vibraciones y las convierte en impulsos eléctricos que son enviados por los nervios auditivos al cerebro.
Sin embargo, esta no es la única manera de procesar el sonido. Las ondas de sonido pueden ser transmitidas mediante los huesos que tenemos en la cabeza. Cuando los huesos vibran, el sonido llega a la cóclea de la misma manera que pasaría por el oído medio y el tambor auditivo, y resulta en la misma clase de impulsos nerviosos siendo transmitidos al cerebro. Este método de transmisión de sonido se llama conducción ósea.
Puede que uno de los primeros experimentos que se hizo ya hace muchos años, fue realizado por un músico llamado Beethoven. Este famoso compositor sufrió pérdida de audición por agrandamiento de la estructura en el oído medio, y por ello tuvo que poner en marcha una estrategia para escuchar música. Lo que hizo fue conectar un tubo a su piano conectado a la cabeza, por lo que se podía transmitir la vibración del instrumento directamente a la cóclea. Los dispositivos de conducción ósea giran alrededor de este concepto.
Cuando la era de los amplificadores llegó en el siglo 20, los inventores comenzaron a desarrollar dispositivos de este tipo para ayudar a las personas con problemas auditivos. Por ejemplo, en los años treinta se patentó un teléfono especial equipado con unos cascos que se ponían en la cabeza del usuario, por el que podía transmitir la vibración de la voz del llamante por medio de los huesos. En la década de cuarenta y los cincuenta, numerosos inventores patentaron varios dispositivos que usaba la conducción ósea.
En los años ochenta, James Liautaud patentó un dispositivo que habilitaba a las personas el poder escuchar la radio o música mientras hacían deportes de varios tipos, y sin tener que usar auriculares que pudieran interferir con su seguridad. Inventó un reproductor de música que un usuario podía ponerse en el cinturón alrededor de la cintura.
Aunque la música podía ser escuchada por los oídos, también había una conducción ósea. Desde entonces hasta ahora, muchos otros dispositivos de este tipo ya han visto la luz. De todos modos, es una tecnología que sigue estudiándose y debe evolucionar más aun. Por el momento, es una alternativa para aquellos que tiene miedo de causar daño en sus oídos.