Una carga directa eléctrica de entre 9 y 48 voltios que es enviada a un cable de micrófono para alimentar el transductor, se llama consumo fantasma. Este término tan curioso es porque no hay ninguna visibilidad en la conductividad, ni una línea eléctrica adicional que llega desde el alimentador de origen. Dicho de otra manera, el consumo fantasma hace su trabajo básicamente alimentando el micrófono de forma transparente y sin interferir en la corriente alteran que se usa para la reproducción de audio y que va por el mismo cable.
El consumo fantasma básicamente potencia el diafragma y los capacitadores que hay dentro del condensador del micrófono, el cual se conoce también como capacitador de micrófono. Los micrófonos de condensador son los más populares hoy en día debido a su calidad para reproducir audio, pero necesitan una alimentación de corriente continua para poner funcionar adecuadamente. Las fuentes de energía para dar esta corriente continua incluyen una mesa de mezclas o una batería, entre otras cosas. El consumo fantasma provee de esta alimentación y esencialmente convierte las ondas de sonido en impulsos eléctricos.
El dispositivo captura la entrada de audio, normalmente una voz o instrumento, y devuelve la señal de audio como una corriente alterna a un preamplificador en la mesa de mezclas. Las señales de audio eléctricas no se ven afectada por el consumo fantasma y es capaz de amplificarlo y grabarlo sin ningún tipo de distorsión.
La señal de audio producido por un micrófono de condensador se transfiere desde energía eléctrica en sonido en la mesa de mezclas. Sin embargo, esta corriente alterna no se utiliza para alimentar el transductor del micrófono. Aquí es donde el consumo fantasma entra en acción, potenciando sutilmente los elementos de reproducción de audio dentro del propio micrófono. Esto se consigue en parte por el dispositivo de inyección directa. Este elemento permite que la corriente continua vaya por la línea eléctrica para sobreponerse a la impedancia y la resistencia.