Mochila solar

El mundo se mueve muy deprisa en la actualidad, y como resultado muchas personas están continuamente moviéndose de un sitio a otro. Las ventajas de los teléfonos móviles, ordenadores portátiles y otros dispositivos similares en general, han hecho que seamos más móviles.

La tecnología ha avanzado tanto que la gente se pueden llevar el trabajo con ellos, lo cual rompe las cadenas con las oficinas y despachos. Cada vez más sitios tienen alguna forma inalámbrica de conectarse a Internet, lo cual permite a todo el mundo estar interconectado en plazas, cafeterías, parques, calles, etc.

Hoy en día es difícil no entrar en una ciudad o pueblo y no ver a alguien hablando con un móvil, jugando o viendo una película en un tablet, o simplemente navegando con el dispositivo que tiene en las manos. No hay duda de que vivimos en un mundo totalmente digitalizado y que esta tecnología nos la podemos llevar con nosotros a todas partes.

El problema con este tipo de tecnología es que se requiere alimentación para que funcione. Por muy avanzados que sean estos dispositivos, cualquier de ellos están limitados por la vida de sus baterías. El ordenador de bolsillo más avanzado que puedas imaginar no es nada una vez que la batería se ha agotado. Sin embargo, puede que haya una solución definitiva para esto.

Algunas personas han unido la energía solar de siempre con las tradicionales mochilas para crear una estación de carga que pueden llevar contigo a cualquier sitio.

Todo lo que se necesita para una mochila solar es luz del sol y algo de tiempo, y nunca te quedarás sin batería. Las mochilas solares son uno de los últimos inventos tecnológicos para asegurar que siempre estamos conectados. Para saber como funciona una mochila solar hay que saber como funcionan las placas solares. Puede parecer complicado pero es realmente simple. Las llamadas células fotovoltaicas hacen que todo ocurra.

Estas células se agrupan en módulos o paneles para recolectar luz del sol y convertirlo en electricidad utilizable. Pueden hacerlo con la ayuda de algo llamado semiconductor. No son más que elementos que pueden conducir la electricidad. En el caso de las células solares, la silicona suele ser lo preferido. Cuando la luz de sol incide en un panel, el semiconductor absorbe una parte de la luz y su energía.

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Cuando esto ocurre, los electrones en la silicona son liberados y empiezan a moverse libremente. Campos magnéticos en las células fotovoltaicas recoge estos electrones y los obliga a fluir en una dirección, lo cual crea una corriente eléctrica que puede ser recogida poniendo puntos de contacto en la parte superior e inferior de las células. Una vez que la energía es recolectada, puede ser usada al momento como electricidad o almacenada en baterías para un uso posterior.

La silicona es brillante y reflectiva, lo cual no es lo mejor para absorber la luz del sol. Para solucionar esto, se pone una capa antirreflexiva en la célula mantener la pérdida de energía a mínimos. Sabiendo todo esto, es hora de saber como funciona una mochila solar.

Las mochilas solares tienen unas pequeñas placas solares integradas en la parte externa de la mochila para poder almacenar la energía solar. De esta manera puede recargar teléfonos móviles, portátiles, reproductores de música, etc. Los paneles son ligeros, a prueba de agua y pueden producir hasta cuatro vatios de potencia. Esto significa que solo una hora de luz directa puede producto suficiente energía para alimentar un teléfono móvil por una hora y media.

La clave para esta mochila solar es que tiene una batería de litio dentro para poder almacenar la energía conseguida. Una hora de luz solar puede cargar un teléfono por poco tiempo, pero diez horas de carga completa puede dar más de cincuenta horas de energía almacenada.

Para los días más nublados, estas mochilas tienen un adaptador de corriente alterna que permite cargar la batería usando otra fuente diferente, como puede ser el coche. De hecho, suelen venir con varios tipos de adaptador para teléfono y conectores USB. Hay mochilas solares de precios variados, donde pueden variar desde los 80 euros hasta los 500 euros o incluso más. El precio depende obviamente de la capacidad de almacenamiento.

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