Para terminar con nuestro artículo sobre las comunicaciones interplanetarias, veremos algunas ideas que están sobre la mesa y podrían cambiar la forma en que entendemos estas comunicaciones. Los científicos y otras personas con futuros proyectos en mente trabajando en el proyecto Icarus – un intento ficticio de diseñar una nave espacial capaz de llegar al sistema solar vecino más cercano – pasaron mucho tiempo pensando en como una nave de estas características podría estar en contacto con la tierra a una distancias de trillones de kilómetros de distancia.
Hay una teoría en este tipo de comunicaciones que es ir dejando repetidores según la nave va avanzando el la inmensidad del espacio.
Sin embargo, las personas en la Tierra que tendrían que monitorizar la misión todavía tendrían que enfrentarse al desafío de intentar recoger las señales de la nave y filtrarlas de las interferencias electromagnéticas que hay en el espacio. Esta tarea sería incluso más difícil por la atmósfera terrestre, la cual debilitaría las señales recibidas. Para aumentar de poder hacer esto, las personas a cargo del proyecto Icarus han sugerido crear varias estaciones receptoras que se extenderían a lo largo de miles de kilómetros por todo el planeta Tierra.
Estas parábolas satélite gigantes en grupos trabajarían en conjunto para localizar y capturar las débiles señales recibidas de las naves lejanas.
Si buscamos una analogía a este sistema, podemos pensar en un partido de futbol donde un jugador lanza el balón fuera del campo de juego. Hay más probabilidades de que un aficionado coja el balón en las gradas si están llenas de gente. Al estar la Tierra rotando constantemente, estas antenas gigantes solo estarían apuntando a la nave por un cierto tiempo al día, y el la meteorología en ese punto del planeta también afectaría. Por esta razón, la mejor solución es construir muchos grupos de antenas en diferentes localizaciones. Así se asegura que haya una comunicación continua.
El proyecto Icarus da también otra idea para realizar estas comunicaciones, y es basándose en la teoría de la relatividad de Einstein. Según esta teoría, las fuerzas gravitacionales de objetos con una gran masa pueden desviar la luz que pasa cerca y concentrarla (parecido a como lo haría una lupa).
Esto dio al proyecto Icarus la idea de usar este efecto para centrar y reforzar las transmisiones desde una nave espacial lejana. La manera de hacerlo es algo complicada para una persona que no entiende de física, pero lo intentaremos explicar de una forma lo más simple posible.
Una nave capaz de recibir transmisiones sería posicionada en un espacio interestelar opuesto a la dirección de la nave que está viajando hacía un destino concreto. Esto sería a unos 80 billones de kilómetros del sol, lo cual es bastante lejos. Ahora imaginemos que nuestra tecnología ya nos permite mandar una nave a billones de kilómetros de distancia.
La nave que estaría más cerca usaría el sol como una gigantesca lenta para aumentar las señales que llegan de la nave distante, y luego enviaría las señales de vuelta a la Tierra por medio de otro sistema más convencional, como podría ser una red de satélites.
El potencial de este sistema es algo que da muchas esperanzas a los científicos e investigadores. Se piensa que una vez que este sistema esté en funcionamiento y perfeccionado, se podría recibir datos a enormes distancias y con una claridad impresionante.
Sin embargo, el sistema también tiene algunas complicaciones que se tienen que resolver, como por ejemplo mantener la nave receptora alineada todo el tiempo para recibir datos. Esto es una dificultad que va a requerir mucho tiempo resolver.