¿Te imaginas ir a cualquier parte del mundo sin conocer en absoluto el idioma y poderte comunicar sin problemas con un simple aparato que te saques del bolsillo? Seguro que hemos visto este concepto en muchas películas y libros, y hasta hace unos años era una divertida fantasía que estaba bien para las novelas de ciencia ficción. Esto era porque las máquinas para hacer traducciones, que es el uso de ordenadores para traducir de un idioma a otros, no eran lo suficientemente sofisticadas para poder hacer esta función.
Sin embargo, estas máquinas han estado entre nosotros desde los años cincuenta, y de hecho IBM desarrolló una máquina capaz de traducir sesenta frases de ruso al inglés a mediados de los años cincuenta.
En aquel momento, los científicos predijeron que los ordenadores podrían hacer traducciones perfectas en solo cinco años. La verdad es que no fue así. Desarrollar algoritmos que puedan traducir otros idiomas con precisión es un verdadero desafío.
En los años sesenta la investigación en este tipo de máquinas bajó bastante. Esto fue debido a que se dijo que las personas podían hacer traducciones mucho más rápido, con más precisión y a mitad de coste. Por tanto, ¿por qué perder el tiempo con este tipo de máquinas? Sin embargo, en los años ochenta los científicos informáticos vislumbraron una manera de hacer traducciones usando estadísticas de probabilidad en lugar de complicadas reglas basadas en la gramática.
Lo que hicieron fue usar ordenadores para analizar textos traducidos para determinar la probabilidad de que una palabra o frase en un idioma coincidiera con una palabra o frase en otro. El problema era la complicación de conseguir suficiente material para hacer los cálculos posibles. El cambio se produjo en los años noventa, cuando Internet se volvió algo global y utilizado por todos.
De repente, unas gigantescas cantidades de información escrita en muchos idiomas estaba disponible, haciendo que los sistemas de traducción por estadísticas algo fiable, y debido a la gran cantidad de datos disponibles, algo más preciso que los antiguos métodos de traducción. El ejército de los Estados Unidos comenzó a invertir dinero en proyectos de traducción para usos militares, y el traductor electrónico dejó de ser una fantasía y se hizo realidad.
Los sistemas que salieron de estas investigaciones finalmente se convirtieron en un dispositivo electrónico orientado al consumidor. Hoy en día hay varios fabricantes que tienen en el mercado traductores electrónicos que se pueden comprar.
Tipos de traductores y diccionarios electrónicos
Para un dispositivo que está pensado para simplificar la vida de los viajeros o estudiantes en otros países, es increíble lo confuso que estos dispositivos y sus categorías pueden ser.
Si haces una búsqueda para ver algunas marcas, veras que hay dos tipos básicos de dispositivos – los diccionarios y los traductores. Los diccionarios electrónicos te permiten buscar una palabra y encontrar su traducción en otro idioma.
Estos diccionarios no ofrecen cosas como la estructura o gramática del lenguaje, por lo no nos dirán como decir algo a otra persona. Solo nos dará la traducción de esa palabra específica.
Los traductores hacen algo más. Organizan el contenido alrededor de cosas por temática – por ejemplo aeropuertos, hoteles, sitios para comer, etc. Esto hace posible que se puedan encontrar expresiones y frases que siguen una lógica en el lenguaje.
Como resultado de esto, estaos traductores resultan de mucha utilidad para aquellos que quieren visitar otro país sin tener que aprender el idioma de dicho país. Los diccionarios electrónicos son mejores para estudiantes o viajeros con un buen conocimiento del idioma del país que van a visitar. El diccionario electrónico sería una ayuda adicional por si no saben una palabra. Sea como sea, los traductores electrónicos se pueden categorizar en tres tipos:
Los traductores sin voz – Este es el tipo más básico de traductor. Vienen con un completo teclado para insertar los datos, una pantalla LCD y algunos idiomas previamente cargados. Una vez que los viajeros localizan una palabra o frase, seleccionan el idioma destino en que lo quieren traducir. En la pantalla aparecerá esta traducción.
Traductores de texto a voz – Este tipo de dispositivo hace lo mismo que el anterior traductor que hemos mencionado, pero ofrecen una funcionalidad adicional: Pueden decir en voz alta la traducción que se le solicita. Esto permite a los usuarios una mayor facilidad cuando se tiene que comunicar con otras personas. Se puede intentar repetir la traducción, dejar que la otra persona lea la pantalla o dejar a que escuche la voz del traductor.
Traductores de voz a voz – Este tipo de traductor es algo más sofisticado y permite al viajero usar el sistema usando comandos hablados. Suelen tener un teclado completo, lo cual permite tanto teclear texto como aceptar entrada de voz, aunque algunos directamente eliminan el teclado. Se usa diciendo una palabra o frase y luego se espera a que el dispositivo devuelva la traducción mediante una voz y con un texto en la pantalla.
Es importante saber y entender lo que se puede o no se puede hacer con estos traductores electrónicos. No se puede meter cualquier frase que se nos ocurra y esperar a que nos lo de perfectamente traducido. Los traductores universales todavía no existen. Estos traductores funcionan como libros digitales. Almacenan una gran cantidad de frases en su memoria, lo cual permite a los usuarios preguntar a su base de datos y obtener resultados basándose en la búsqueda.
Se suelen organizar estas bases de datos en categorías. Se puede elegir una y luego profundizar más para obtener frases o expresiones específicas. A este nivel, la precisión de la traducción aumenta bastante. Si necesitas traducir la frase “Quiero un café” estando en la categoría de bares y restaurantes, el traductor buscará en una lista en esa subcategoría para encontrar la mejor coincidencia.
Las mejoras en estas máquinas que hacen posible tener traducciones de voz, lo hace mediante tarjeras de sonido que convierte sonidos analógicos a sonidos digitales. Divide las palabras en fonemas, que son las unidades más pequeñas de un lenguaje hablando, y luego los compara a un diccionario de sonidos almacenados para encontrar la mejor coincidencia. Una vez que lo encuentra, lo reproduce para nosotros. Según pasa el tiempo, los algoritmos que hace esta cada vez son más sofisticados y precisos.